Friday 23 July 2010

Jawbox - For Your Own Special Sweetheart



[rating] 4.5/5

Jawbox era una banda de post-hardcore melódica que antes estaba en la casa disquera más independiente del underground, 'Dischord Records', pero se convirtieron en uno de los dos "traidores" de la ética de la escena underground al firmar con los hombres de trajes negros (Atlantic Records). Esta frase la verán escrita de distintas formas, porque se ha vuelto en una especie de cliché cada vez que se menciona a Jawbox.


Pero aquí viene lo irónico del asunto. Una vez firmados con la gran disquera, Jawbox no descansaron en sus laureles ni vendieron su sónido para encajar en las modas músicales del momento, sino que lanzaron el albúm más "dificil" y elaborado de toda su carrera. Tomaron los aspectos más angulares y disonantes del post-punk (cómo Gang of Four y The Fall) y lo combinaron con el sónido melódico que previamente habían construido.


Obviamente, por haber sido lanzado por la disquera en la que fue lanzado, muchos fans de la banda lo recibieron de la peor manera (hasta amenazaron de muerte al cantante J. Robbins) mientras que en la critica músical le fue de maravilla (¿vieja historia?). Fue re-lanzado el año pasado y una prensa considerable, pero de una manera desafortunada sigue siendo percibido de la misma forma que cuando fue lanzado inicialmente. Y ahora es mi turno de hablar....


Me parece que no hay mejor forma de comenzar un albúm que con el track "FF=66", es simplemente perfecto: el poema recitado por una voz alienigena, las guitarras siendo peladas de manera perturbante en el fondo y luego SOMOS LLEVADOS DIRECTAMENTE AL INCINERADOR, la batería golpea tan duro, tan duro que mi cabeza vibra con cada golpe de los platillos, J. Robbins rompe sus púlmones con mucho esfuerzo para gritar como hombre poseído y todo se vuelve en un río furioso y disonante del que escapamos en un breve momento: el coro. El coro es mareante pero que resulta lo suficientemente melódico para llevarlo a uno a un mundo completamente distinto.


Seguimos con el sencillo del albúm, el foco principal, "Savory". Las disqueras durante el boom alternativo estaban tan malditamente locas que pensaron que tal vez esta sería una canción exitosa, pero eso ni siquiera llegaría a ser popular hoy en día (tampoco llegó a serlo en el pasado). La canción es liderada por una guitarra que toca un motivo disonante durante toda la canción y encima van dos acordes bien carnosos, construidos por la guitarra principal, y en el coro hay una parte casi "shoegaze" y ruidosa. Las melodías son tapadas por las sútiles capas de distorsión pero se logra un balance muy interesante; el baterista se faja completamente con unos ritmos complicados e inventivos y la letra habla sobre la objetificación de la mujer. Pienso que esta canción hubiera sido #1 en algún universo paralelo, pero desafortunadamente no en este.


"Breathe", comienza de manera furiosa, entre una guitarra angular que embiste al oyente y arpeggios distorsionados e hipnóticos. Esta vez son las duras vocales de Bill Barbott que arremeten contra la politica (¿ historia?) norteamericana: "it's succesion time, payed for the cutting backwards, insurrection time, letting every insult be accepted into history!!!". Es de las canciones que más se acercan al pasado hardcore de la banda, pero no es nada corta de increible. "Motorist" tiene ritmos irregulares con un sabor "dub" y es tan abrásiva como una lija electrica rayando mi cara, aunque esta vez J. Robbins canta de manera más melódica y clara, el bajo suena oxidado y profundo y en cuanto progresa la canción no hay una estructura parecida a un coro, sino que va aumentando de intensidad cada vez MÁS Y MÁS.

Las guitarras suenan como cocineros afilando sus cuchillos para un acto caníbal en Hell's Kitchen cuando comienza "Ls/Mft". La entrega vocal es bastante dadaista, J. Robbins merodea por ahí, casi improvisando mientras que al mismo tiempo Barbott hace incantaciones fuera de ritmo, llegando a un climáx parecido a olas gigantescas de vidrio chocando una y otra vez contra una pared. En las siguientes canciones se hace una especie de intermedio "calmado" antes de seguir con la agresión rasgada encontrada al final del disco: "Cooling Card", una canción post-punk pop lenta pero abrásiva, tensa y bastante pegajosa y "Green Glass", la cual tiene los tiempos más irregulares y escurridizos de todo el disco, acordando a algo que estaría haciendo Shudder To Think durante este mismo tiempo.

Después de este breve descanso, "Cruel Swing" es forzada sobre nosotros con su tiempo de 5/4 y las vocales más desgarradas y amenzantes del disco (como ya hemos escuchado, una canción punk con un tiempo irregular funciona demasiado bien). Y ni hablar de las texturas matematicas de "Jackpot Plus!" y la carencia melódica de "Chicago Piano", que conducen a la canción que creo que demuestra perfectamente de lo que trataba de hacer Jawbox con su sónido: la combinación de los extremos más disonantes y feos (sin que sea mala cosa) a los que su pudieran llegar dentro de este género músical y las melodías más agridulcemente encantadoras que se pudieran escribir, en "Reel" (no hace falta sino escuchar la guitarra al principio de la canción llevando a cabo una batalla frente a frente con las vocales cadenciosas de Robbin).

Para finalizar, se dejan las dos canciones más zumbantes y atmosfericas de todo el disco: "U-Trau"-una melancolía casi psicódelica y pesada que explota la mecánica fuerte-suave-fuerte que estaba de tan regular uso por bandas tanto de grunge como de post-hardcore durante este tiempo- y "Whitney Walks", con una atmósfera escasa, espaciosa, y un trabajo instrumental muy cercano al jazz, acabando en un incómodo silencio...

Creo que este disco se merece el título de clásico olvidado al cual hay que dedicarle un tiempo para que pueda ser apreciado de una manera personal y permitir también una conexión emocional con las maravillosas canciones que algúna vez escribió Jawbox...de apéndice, se encuentran tres canciones aparecidas en un EP, incluyendo un cover de una canción de la banda de hardcore "Big Boys".
Escrito por Federico Nieto