Saturday 20 February 2010

Slint - Spiderland

















(Pequeña nota: Por razones personales, he decidido no usar un sistema de ratings, dejaré que mis palabras sean las que expresen lo que siento por la música. Ahora sí, a lo que nos importa.)


La paranoia es un término psiquiátrico que describe un estado de salud mental caracterizado por la presencia de delirios autorreferentes. […] Más específicamente, puede referirse a un tipo de sensaciones angustiantes, como la de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables (manía persecutoria)…


Algunos se preguntarán por qué he decidido comenzar esta, mi primera contribución a este blog, con esta cita, sacada casi de forma abusiva de la fuente que todos usan, de misma manera para hacer sus tareas o consultas en general, pero sentía que no me quedaban más palabras que decir para tratar de definir este concepto, al cual se ha recurrido de distintas formas durante las últimas décadas, a medida que estas se van consumiendo más y más rápidamente y vemos cómo todo surge y se desvanece y cómo nosotros mismos somos parte de ese mismo proceso por cada cantidad de tiempo ocurrente. Pues bien, creo que voy a empezar admitiendo que he tenido este sentimiento en ocasiones (muchas de ellas inimaginables para mí hace algún tiempo), sé lo que es vivir en un estado como estos, aún más en una época en lo cual todo viene y se va como si nada, en la cuál ocurren un sinnúmero de eventos infortunados que te dejan diciendo “¿Qué demonios…?”.


Sin embargo, no vine a hablarles sobre estas y otras consideraciones relacionadas a temas como tiempo, espacio o formas de ver el mundo, solo vine a hablarles de la que considero una de las mejores expresiones/definiciones artísticas de paranoia (entre muchas otras cosas que encierra) con las cuáles he tenido el gusto (y terror, en buena manera) de toparme, se llama Spiderland, y es el segundo y último álbum editado (hasta el momento) por Slint, banda originaria de Kentucky, Estados Unidos. Pese a que, tal vez, hayan escuchado que este ha sido considerado como uno de los discos que sentó las bases para el mal llamado género del “post-rock”, en lo personal, puedo percibir cómo Spiderland expandió las múltiples posibilidades sónicas del post-hardcore, al jugar con elementos como fragmentos hablados, uso de múltiples cambios de tiempos o de marcaciones de tiempo que tal vez algunos no concebían en el ámbito del hardcore o del punk en general, la calmada y lenta forma con la cual las canciones transcurren o la creación de soundscapes casi fuera de este mundo, eso sí, sin perder el poderío que contienen las guitarras cada vez que salen de un estado de mero sentimiento de “calma” demasiado incómoda hacia el caos y desorden total, o los gritos desgarrados que comprueban esta última situación, atrapando al oyente en una especie de tormenta en la cuál este observa, absorto, una hecatombe ocurriendo a su alrededor.


Slint provenía de las cenizas de Squirrel Bait, banda considerada como unos de los primeros actos de post-hardcore, al encontrarse posicionados en proximidad histórica a actos como Hüsker Dü o Rites of Spring. Posterior a la desintegración de Squirrel Bait, 3 de sus miembros formaron Slint, y grabaron junto a un nuevo bajista el primer álbum de la banda, Tweez, que sería lanzado en 1989 y fue producido por el legendario Steve Albini. En agosto del año siguiente, la banda entró a grabar su segundo álbum de estudio, que fue un proceso un tanto desmoralizante y agobiador para los miembros de la banda, debido a la intensidad (como se verá más adelante) de la música que estaban creando, surgiendo inclusive rumores que afirmaban que los miembros tuvieron que ser internados en hospitales psiquiátricos durante el proceso de grabación. ¿El resultado? Spiderland, lanzado en Mayo de 1991, con la icónica portada de las cuatro cabezas de los miembros de la banda, sumergidos en el agua, observando al oyente de forma acosadora desde alguna cantera abandonada del Hemisferio Norte.













Dejando los hechos históricos, y pasando a mi propia experiencia, he de confesar que no me fue fácil entrar al mundo que Slint creó con este disco, ya que por cualquier razón no podía entender que era lo que ocurría en él o sus acontecimientos o posibles significados y cosas que tenían aguardadas para mi descubrimiento. Poco a poco me fui adentrando, y comencé a ver todo lo que este álbum tenía y cada uno de los elementos que lo conformaban y ahora, después de múltiples escuchas, puedo declararme simplemente hipnotizado por este. Elementos, que, a mi juicio, se ven perfectamente reflejados en Breadcrumb Trail, canción con la que Spiderland comienza. La letra habla sobre un día en un carnaval, y de cómo el aventuroso protagonista anónimo de la historia se encuentra a una adivina en medio de este. Todo parece sospechosamente inocente, hasta que se escuchan las primeras notas de la canción, y se tiene un sentir de que hay algo que no anda bien. Así, como se ha mencionado, se pasa de una sección en la cual hay una calma en la que se da una sensacion de que algo está mal, hacia el desorden completo, como si uno estuviese sumergido en medio de un caos que se vuelve cada vez más asfixiante, que lo rodea por completo y ve como, aunque no le ocurre nada, no es ajeno a él y lo afecta emocionalmente, deseando no estar en ese sitio o que las cosas se revirtieran al estado en el que estaban (que, para fortuna del oyente, ocurre, cuando la canción finaliza tal como comenzó, con el personaje abandonando el sitio después de un agitado día). Pese a la aparente incoherencia que puede haber entre secciones, la canción fluye con una naturalidad admirable, haciendo unas increíbles transiciones entre las partes más intensas y los versos más calmados.


El segundo tema, Nosferatu Man, basado en la afamada película expresionista Nosferatu, actúa de forma sigilosa pero intensa, tal como el protagonista, un vampiro, lo haría, siguiendo la misma dinámica del primer tema, pero de forma más rápida y más súbita con respecto a la transición entre el verso y los coros gritados. Don, Aman, que habla sobre los sentimientos de un hombre que se aleja del resto de los asistentes a una fiesta y de cómo este tiene un encuentro inesperado con un antiguo amigo, es a mi parecer la canción más débil del álbum, pero he de darle crédito a Slint por la forma en la cual va desarrollándose, pasando de una sección de acordes de guitarra limpia tocados de forma lenta, pausada y con variaciones de tiempo, a una guitarra furiosa que, siendo tomada de un contexto melódico, da resultados abrasivos.


La canción más melancólica de Spiderland, Washer, es tal vez el tema de cuna más devastador de la historia: “Everytime I ever cried from fear / Was just a mistake that I made / Wash yourself in your tears / And build your church / On the strength of your faith”. Tiene, además, uno de los mejores build-ups que se han podido escuchar en el post-hardcore, cuando, después de la incómoda calma (sentir que, como ya se ha visto, parece predominar en todo el álbum) que se viene desarrollando a través de la canción, culmina en un estallido sónico en el que las guitarras con distorsión actúan como principal medio de resolver la tensión que se iba armando. La instrumental For Dinner… sirve como un corto respiro para el oyente e interludo entre la melancolía de Washer y la obra maestra que cierra el disco, Good Morning, Captain. Considerado por muchos como el magnum opus de Slint, es, tal como Breadcrumb Trail, el reflejo de todos los elementos que Slint incorpora durante el álbum, así como la culminación de todos estos. La canción, cuyo contenido lírico está basado en el poema The Rime of the Ancient Mariner del inglés Samuel Taylor Coleridge y casi que se mete en los zapatos de un capitán sobreviviente a un gran cataclismo en el que pierde a su tripulación y a su embarcación y tiene un encuentro aterrador, combina las dinámicas usadas anteriormente, (versos –que están basados en dos acordes- suaves, coros ruidosos) va lentamente armando otra especie de crescendo, que culmina en uno de los finales más dramáticos e intensos jamás escuchados, cuando una voz surge gritando de forma desesperada “I miss you!” en repetidas ocasiones, dejando al oyente en medio de una gran incertidumbre que tal vez no merezca ser respondida, por lo posiblemente macabra que pueda ser la respuesta.